viernes, 22 de diciembre de 2017

Palabras de origen griego - Pragmatismo

PRAGMATISMO
Preferencia por lo práctico o útil.

πρᾶγμα = Pragma  (*)  + ατος = atos 
Hecho, acción

  • Filosofía: Movimiento iniciado en los Estados Unidos por C. S. Peirce y W. James a fines del siglo XIX, que busca las consecuencias prácticas del pensamiento y pone el criterio de verdad en su eficacia y valor para la vida. (Fuente: RAE)
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(*) pragma (πραγμα), pragmata en plural (πραγματα), que significa: "lo que ha sido hecho", un acto, un hecho, y cuyas connotaciones y los sentidos más ampliados cubren una riqueza de sentidos a este significado, incluso: acción, asunto, negocio, circunstancia, preocupación, conveniencia, innovación, trabajo, necesidad, objeto, objetivo, ocupación, oficina, papel, o trabajo de vida, asuntos privados, cosa, problema. (Fuente)


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martes, 14 de noviembre de 2017

Página sobre Socrates (Link)

Página muy recomendable!



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También incluye estas dos secciones muy interesantes:



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Diálogo de Sócrates - Los tres filtros: Verdad, Bondad y Utilidad

– Maestro ¿Sabes lo que escuché acerca de uno de tus discípulos?
– Antes me gustaría que pasaras la prueba del triple filtro.
– El primero es de la VERDAD ¿Estas seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
– No, me acabo de enterar y ...
– O sea que no sabes si es cierto. El segundo filtro es el de la BONDAD ¿Quieres contarme algo bueno sobre mi discípulo?
– Todo lo contrario.
– Conque quieres contarme algo malo sobre él sin saber si es cierto. No obstante aún podría pasar el tercer filtro, el de la UTILIDAD: ¿Me va a ser útil?
– No, la verdad que no
– Si no es cierto, ni bueno, ni útil ¿Para qué contarlo?

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Sócrates (Σωκράτης) 470-399 a.C.

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lunes, 13 de noviembre de 2017

Períodos de la Filosofía


La escuela de Atenas (Rafael Sanzio)

POST EN EDICION
Si bien este blog no está dedicado expresamente a la Filosofía, como es un tema que siempre me ha gustado mucho y uno de los motivos por los cuales admiro tanto a Grecia, creo que es bueno hablar un poco de este tema. 
Sin mayores aspiraciones, ya que no soy filósofo y lo máximo que hice fue hacer algún curso de filosofía y leer algunos libros. Por lo tanto no soy experto en el tema ni mucho menos. pero tampoco me creo un folósofo, como les pasa a algunos licenciados en filosofía, que a mi entender, a lo sumo en muchos casos solo los habilita a ejercer algún profesorado (sin menospreciar esta tarea, claro)
El tema es que algunos licenciados se creen a la altura de Platón solo por haberse recibido.

Obviamente que mi mayor interés está en los primeros períodos, que son los que dieron origen a la Filosofía y que obviamente nacieron en nuestra amada Grecia.

Dicho esto y para no aburrir tanto, paso directamente a enumerar los períodos y dejar algunos links:


  • Presocrática (Ver)
  • Griega
  • Helenística
  • Medieval
  • Renacentista
  • Moderna
  • Contemporánea


Fuente 1 - Fuente 2 - Fuente 3 - Fuente 1 -

https://es.wikipedia.org/wiki/Parm%C3%A9nides_de_Elea

https://es.wikipedia.org/wiki/Tales_de_Mileto
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Palabras de origen griego - FILOSOFIA

FILOSOFÍA
φιλοσοφία 

φιλεῖν (fileín) = amar
σοφία (sofía) = sabiduría 

  • Amor a la sabiduría

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Palabras de origen griego - EPISTEME - EPISTÉMICO - EPISTEMOLOGÍA

EPISTÉMICO 
Adj: perteneciente o relativo a la EPISTEME (*)

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EPISTEME
ἐπιστήμη 
epistéme = conocimiento


  • Conocimiento exacto.
  • Conjunto de conocimientos que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en determinadas épocas.
  • Filosofía: Saber construido metodológica y racionalmente, en oposición a opiniones que carecen de fundamento. (**)

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EPISTEMOLOGÍA
ἐπιστήμη (epistéme) = conocimiento
λόγος (lógos) "estudio"

La epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento, y los criterios por los cuales se lo justifica o invalida, así como la definición clara y precisa de los conceptos epistémicos más usuales, tales como verdad, objetividad, realidad o justificación. La epistemología encuentra ya sus primeras formas en la Antigua Grecia, inicialmente en filósofos como Parménides o Platón.

En Grecia, el tipo de conocimiento llamado episteme se oponía al conocimiento denominado doxa. La doxa era el conocimiento vulgar u ordinario del ser humano, no sometido a una rigurosa reflexión crítica. La episteme era el conocimiento reflexivo elaborado con rigor. De ahí que el término "epistemología" se haya utilizado con frecuencia como equivalente a "ciencia o teoría del conocimiento". (***)


(*) Fuente 1 - (**) Fuente 1 - (***) Fuente 3



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domingo, 12 de noviembre de 2017

Palabras de origen griego - Metafísica

METAFÍSICA
μετὰ φυσικά 
metá (tá) physiká 
"después de [los] físicos"

Designación que se aplicó en la ordenación de las obras de Aristóteles a los libros de la filosofía primera.
  • adj. Oscuro y difícil de comprender.
  • Parte de la filosofía que trata del ser en cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras.
  • Cosa que se discurre con demasiada sutileza.


Aristóteles

Fuente

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domingo, 5 de noviembre de 2017

POST EN EDICION - ARGOS - ARGONAUTAS

VER 1

VER 2

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Diodoro Sículo


Diodoro Sículo o de Sicilia 
(en griego Διόδωρος Σικελιώτης) 
fue un historiador griego del siglo I a. C. nacido en Agirio (hoy Agira), en la provincia romana de Sicilia.

San Jerónimo (Chronica) sitúa la madurez de Diodoro hacia el 49 a. C., lo que coincide con las afirmaciones del propio autor. La fecha más antigua que menciona Diodoro es su visita a Egipto en la 180ª Olimpiada (entre el 60 a. C. y el 56 a. C.), que fue recordada por un tumulto en demanda de la pena de muerte para un ciudadano romano que había matado accidentalmente un gato, animal sagrado para los antiguos egipcios (Bibliotheca historica 1.41, 1.83). El último hecho recordado por Diodoro es la venganza de Octavio César Augusto sobre la ciudad de Tauromenium (hoy Taormina), cuya negativa a ayudarle condujo al futuro emperador a una derrota naval en el 36 a. C. Diodoro no da muestra de haberse enterado de la conversión de Egipto en provincia romana -lo que ocurrió en el 30 a. C.-, por lo que seguramente publicó su obra completa antes de esa fecha. Diodoro afirma que empleó treinta años en la composición de su Historia y que emprendió varios peligrosos viajes a través de Europa y Asia para completar sus investigaciones históricas; sin embargo, los críticos modernos han advertido varios errores sorprendentes que un testigo ocular no debería haber cometido.

Fuente

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Bizancio (Constantinopla - Estambul, actual Turquía)



Bizancio (griego antiguo Βυζάντιον, Byzàntion) fue una ciudad griega fundada en el año 667 a. C.  Fue la capital de Tracia, situada a la entrada del estrecho del Bósforo, sobre una parte de la actual ciudad de Estambul.


Colonia griega desde la antigüedad, fue refundada por el emperador Constantino I el Grande en 330, y renombrada Constantinopla, fue la capital y el centro de la cultura clásica del Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino, constituyendo el origen de la actual ciudad turca de Estambul.1​

Durante diez siglos (V-XV) resistió todos las tentativas de conquista de sus diferentes enemigos, hasta su caída en manos de los turcos otomanos el 29 de mayo de 1453, lo que marcó su fin de ciudad greco-romana e inició el de ciudad otomana, con el nombre de Estambul.

Se encontraba en un lugar estratégico, desde donde se podía controlar la navegación entre Europa Oriental, los Balcanes, el mar Egeo y el norte de África, incluyendo a Egipto y Asia Menor. Según Polibio en Historias, la ubicación por tierra no era tan favorable, pero por el mar controlaban la entrada al Ponto Euxino, por lo que nadie podía pasar sin su consentimiento.


Fundación
La mayor parte de las fuentes atribuyen la fundación de Bizancio a Bizas (también llamado Bizante) que, según Esteban de Bizancio, era hijo de la ninfa Ceróesa, hija de Ío y de Poseidón. Está generalmente admitido que la ciudad era una colonia de la ciudad griega de Megara, pero nada indica que el contingente de oikistés (fundadores) no hubiera estado compuesto también por colonos de otras ciudades. Eusebio de Cesárea adelanta una fecha precisa para la fundación de Bizancio: «el tercer año de la trigésima olimpíada», lo que corresponde al año 667 a. C., pocos años después que la vecina ciudad de Calcedonia.

En el lugar donde se fundó había una ciudad llamada Ligos. En el 628 a. C., se amplió la colonia con megarenses dirigidos por Zeuxipo. La ciudad tuvo a Hera como diosa tutelar. Se cree que inicialmente fue regida por una monarquía que dio paso a un gobierno aristocrático. Los habitantes originales, los bitinios, quedaron convertidos en esclavos.

Diodoro Sículo menciona la ciudad cuando narra la epopeya de los Argonautas:

«...llegados a la embocadura del Ponto, descendieron a tierra; entonces reinaba en la región Bizante, de quien procede el nombre de la ciudad de Bizancio.»


En síntesis

  • Bizancio. (Ciudad griega desde el 667 a.C. hasta el 330 d.C.)
  • Constantinopla (Capital del Imperio Romano de Oriente o imperio Bizantino desde el año 330 d.C. hasta el 29 de mayo de 1453)
  • Constantinopla (Ciudad Otomana desde el  29 de mayo de 1453 hasta 1923 - Caída de Constantinopla)
  • Estambul (Ciudad de la República de Turquía desde 1923. La mas poblada del país cuya capital es Ankara)


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ACROPOLIS

La palabra acrópolis proviene del griego ἄκρος (akros 'extremo, cima') y πόλις (polis 'ciudad'), y hace referencia a la parte más alta de una ciudad.


Acrópolis de Corinto (Akrokorinthos)


En la actualidad se suele restringir el término a la parte más alta de las antiguas polis griegas, aunque también se puede utilizar para ciudades romanas y de otras civilizaciones.

Con la intención de disponer de una mejor defensa, los primitivos pobladores emplazaban sus asentamientos en elevaciones naturales del terreno, preferiblemente con bordes escarpados.2​ Con el tiempo, esta zona elevada se convertía en el núcleo a partir del cual iba desarrollándose el crecimiento urbano. Así nacieron ciudades como Atenas o Roma, la cual fue resultado de la unificación de siete poblados ubicados en sus respectivas colinas. Debido a la situación privilegiada, las acrópolis solían albergar los edificios más emblemáticos, como templos o plazas de reunión (ágora), y en ellas se reunían las personalidades de la ciudad o se celebraban actos importantes.


La acrópolis más conocida es la Acrópolis de Atenas, que incluye el Partenón en honor a la diosa Atenea. Otras acrópolis griegas de renombre son las de la ciudad de Aso (en la actual Turquía) o la de Pérgamo, aunque también son famosas las acrópolis de otras culturas, como la acrópolis de Bratislava o la de Constantinopla.


Acrópolis incluidas en este Blog:





Fuente

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Acropolis de la Antigua Corinto



Akrokorinthos - Ακροκόρινθος


Acrocorinto, "Corinto superior", la acrópolis de la antigua Corinto, es una roca monolítica que supervisa la antigua ciudad de Corinto, Grecia. "Es el más impresionante de los acropoleis de la Grecia continental", en la estimación de George Forrest. Acrocorinto estuvo continuamente ocupado desde tiempos arcaicos hasta principios del siglo XIX. La acrópolis arcaica de la ciudad, ya una posición fácilmente defendible debido a su geomorfología, se fortificó aún más durante el Imperio bizantino, ya que se convirtió en la sede de las estrategias del thema de Grecia y más tarde del Peloponeso. Fue defendido contra los cruzados durante tres años por Leo Sgouros.



Video




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Google Maps




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(Templo de Apolo y de fondo Akrokorinthos)


Fuente Wikipedia


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Galería 

(para verlas en tamaño mayor hacer click sobre la foto)









Fuente

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Fuente (mas de 20 fotos!)
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Fuente

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Algunos videos de Akrokorinthos (Youtube)




https://www.youtube.com/watch?v=UGrVLKd5H74












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sábado, 4 de noviembre de 2017

Libro La Lengua de los Dioses (Nueve razones para amar el griego)


Libro: "La Lengua de los Dioses (Nueve razones para amar el griego)"  de: Andrea Marcolongo

Sinopsis


La lengua de los dioses nos descubre las hermosas curiosidades del griego antiguo-«desde su particularísima manera de concebir el tiempo hasta la expresión del deseo, desde saber expresar el amor hasta la superación de la barrera de los géneros de las cosas y de la vida»- y el modo en que esta lengua es capaz de hablarnos de nosotros mismos y transformar nuestra manera de ver el mundo.



«La lengua de los dioses habla de una lengua que no ha dejado nunca de seducir a hombres y mujeres de todas las épocas y de todos los lugares, por su hermosura, su elegancia y sobre todo por su rareza.



»El griego es irremediablemente distinto, por eso sentimos una especie de añoranza de él, como si fuera una historia de amor que nunca hemos vivido, sino siempre anhelado.



»No importa que conozcáis o no el griego; este libro está dedicado a cualquier ser humano que busque las palabras para hablar de sí mismo en el presente. La lengua de los dioses no es un manual tradicional, un ensayo académico, una clase impartida desde lo alto de una tarima: es una síntesis del alma a través de una lengua antiquísima como la griega que, sin embargo, no ha sido nunca tan moderna.»

Andrea Marcolongo


La crítica ha dicho...

«Apasionante. Marcolongo nos fascina con la rareza del griego clásico, y transforma nueve excentricidades lingüísticas en nueve cuestiones existenciales. Habla de los misterios de la gramática y la sintaxis como si se tratara de un rostro humano o de arquitectura.»
Alessandro D'Avenia, Tuttolibri, La Stampa


«El griego antiguo nos acerca a una realidad extraordinaria, a un oasis de verdad: esta es la fuerza de La lengua de los dioses .»

Matteo Nucci, Il Venerdì di Repubblica


«Un libro que parece un manual o una gramática sentimental pero que es, en realidad, acto de amor.»

Simonetta Sciandivasci, Il Foglio


«Un puñetazo en la cara a la presunta aridez de las lenguas muertas.»

Roberto Andreotti, Il Mattino


«Un libro inteligente e inesperado que atrapa a los lectores entre la molesta sensación de haber perdido una oportunidad y la euforia de recibir una nueva.»

Gianrico Carofiglio, Tuttolibri, La Stampa


«Para quienes afirman que el griego no sirve de nada, he aquí un libro que nos presenta las maravillas de la lengua de Heródoto. Porque el griego antiguo es ante todo una manera de ver el mundo.»

Simonetta Fiori, La Repubblica


«El griego es la última moda. Un fenómeno literario único con más de cien mil ejemplares vendidos. Marcolongo utiliza una lengua antigua para hablar de nuestra manera de comunicarnos, vivir y compartir sentimientos, pasiones, expectativas, decepciones. Para (re)conocernos a nosotros mismos a través del lenguaje.»

Matteo Pucciarelli, La Repubblica

Fuente



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http://www.elmundo.es/papel/historias/2017/11/04/59fc6e5f468aeb23728b4699.html


Griego antiguo: por qué un idioma muerto es más útil hoy que estudiar robótica

JOSE MARÍA ROBLES - 4 NOV. 2017 03:22


Andrea Marcolongo, autora del 'best seller' en Italia 'La lengua de los dioses'. SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL



'La lengua de los dioses' se publica en España tras vender 150.000 ejemplares en Italia

Universidades como Harvard o Berkeley dedican programas de verano a los textos de Homero
«La primera reacción de cualquier alumno de instituto ante un texto griego oscila entre el terror y el miedo, hasta incluso el pánico». Andrea Marcolongo hace tiempo que dejó de traducir La odisea en clase, pero recuerda la sensación paralizante de enfrentarse a aquellos pasajes escritos en un alfabeto extraño. Y también el vértigo de asomarse a la Historia cuando se es menor de edad. «El griego lleva muerto más de 1.000 años y todavía sigue suscitando un miedo pavoroso en quien se acerca a él. Hasta tal punto que he llegado a pensar que el terror es una conditio sine qua non para su estudio», bromea.Marcolongo (Milán, 1987) se ha convertido en uno de los fenómenos editoriales de la temporada en Italia después de vender 150.000 ejemplares de La lengua de los dioses. Nueve razones para amar el griego (Taurus). En el libro, que es más una colección de apuntes personales que un manual, la autora repasa el origen del idioma de nuestros tatarabuelos, sus singularidades, su evolución, su impacto en la cultura universal y su importancia como vehículo de pensamiento. Todo ello procurando no intimidar y sí hacer pensar. «He querido bajar el griego del pedestal y hacer ver que es accesible para cualquiera, no sólo para una élite», resume la helenista durante su estancia promocional en Madrid.Quien vea el griego antiguo como una simple moda o una rareza debe saber que el idioma conserva intacto su prestigio intelectual, como corrobora la aparición de neologismos como xenofobia, nostalgia o televisión. Por no hablar de que algunas de las universidades más prestigiosas del mundo anglosajón (Harvard, Berkeley, CUNY) lo incluyen en su plan de estudios, y no como una polvorienta reliquia.
«EN UN MUNDO CADA VEZ MÁS DESHUMANIZADO, LOS CLÁSICOS OFRECEN LA ÚNICA CLAVE DE LO HUMANO»
«Las razones para aprender griego antiguo son tan diversas como las personas que quieren aprenderlo», comenta Michael L. Konieczny, especialista en Lenguas Clásicas y Literatura en Harvard. A su juicio, que el griego sea un idioma valioso para alguien de Connecticut tiene que ver con «la continuidad» (al leer textos en griego antiguo participamos en una tradición de siglos y contribuimos a su transmisión a las generaciones futuras) y con «el conocimiento» (muchas personas se acercan a esos textos para entender cuestiones básicas sobre la condición humana: el amor, la muerte, la política, la guerra, la religión, etc.).«¿Ha leído a Homero? Yo en griego, en West Point», le dice con suficiencia el coronel Gordon Tall (Nick Nolte) al capitán Staros (Elias Koteas) en la película La delgada línea roja. Antony Makrinos pertenece al departamento de Griego y Latín de la University College de Londres (UCL). También es el coordinador del campus de verano dedicado a Homero. No le extraña en absoluto que estudiantes de habla inglesa encuentren «beneficioso» estudiar lo que se escribió en papiro o mármol en el lejano Peloponeso. «En un mundo cada vez más deshumanizado, los clásicos ofrecen la única clave de lo humano», razona el docente.Y es que el éxito de La lengua de los dioses está en las ventas y, sobre todo, en el descubrimiento de que un idioma extinto, diferente del griego contemporáneo, vuelve a interesar en estos tiempos donde sólo parece haber sitio para lo práctico. Para lo supuestamente útil, que en realidad es una forma poco elegante de referirse a lo que se puede comprar o vender.


La famosa tribuna de las cariátides del Erecteón, en la Acrópolis, reinterpretada por Ulises Culebro.

«La cultura está para formar, no para producir clientes o consumidores», se rebela contra esa visión mercantilista Marcolongo. «Estudiar griego prepara para la vida de tres formas. Primero, porque es difícil. Yo rechazo la tentación contemporánea de la facilidad. La vida no es fácil, para conseguir cualquier cosa hace falta esforzarse; segundo, porque requiere tiempo, lo que choca con nuestra obsesión por la velocidad, por querer preparar una tarta con un tutorial de dos minutos en YouTube; y tercero, porque nos ayuda a conocernos mejor».El griego antiguo permite expresar conceptos o ideas que no existen en ningún idioma. Es el caso del número dual (aplicable a los ojos o los amantes), el género neutro (que hace referencia a las cosas sin alma) o el optativo, un modo verbal que se emplea para expresar deseo. Son algunas de las curiosidades que han encontrado los lectores italianos de La lengua de los dioses, entre los que se cuentan amantes de la antigüedad clásica ya canosos y también imberbes post millennials matriculados en el Liceo Clásico (una de las cuatro ramas de la enseñanza secundaria local). ¿Qué puede llevar con 14 años a elegir el griego antiguo en vez de asignaturas como robótica, estrategia digital o idiomas con los que sí se comunican en la actualidad millones de personas? Rosa Mariño, vicesecretaria de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC) y profesora de griego en el IES Gregorio Marañón (Madrid), plantea esa misma cuestión a sus alumnos al principio de cada curso. «Como jóvenes humanistas que son ya, tienen intereses muy amplios y no entienden la pregunta», señala la docente a propósito de chavales que aspiran a convertirse en profesionales en áreas como Traducción e Interpretación, Historia, Arqueología, Filología, Periodismo, Derecho e incluso Criminología. Chavales que sienten curiosidad por cómo un término como hipócrita ha adquirido connotaciones negativas cuando en griego antiguo simplemente designaba al actor de teatro. Chavales que, sin embargo, se ven obligados a pelear por hacer valer su decisión en su propio entorno, donde sufren incomprensión.«Compañeros que estudian matemáticas me dicen que las voy a necesitar en el futuro, pero el griego me hace pensar y me servirá para estudiar Traducción», admite Blanca Velasco. Alumna de Mariño de 17 años, subraya que lo griego sobrevive incluso en aspectos de la cultura popular: «Mucha gente no sabe que la imagen del fantasma con cadenas viene de allí».
«ESTUDIAR GRIEGO ANTIGUO PREPARA PARA LA VIDA PORQUE ES DIFÍCIL, EXIGE TIEMPO Y AYUDA A CONOCERNOS MEJOR»
Lo de las salidas profesionales parece importar poco en la Accademia Vivarium Novum. Situada a las afueras de Roma, es la impulsora de Athenaze, un método inductivo-contextual que propone enseñar griego a los niños de forma natural. Es decir, como si se tratase de una lengua tan viva como el inglés. Sin dar tanto la matraca con las reglas gramaticales y priorizando lo visual, a través de viñetas que cuentan la vida del entrañable campesino Diceópolis.Athenaze se presentó en 2009. Cinco años después entraba en vigor la LOMCE en España. Hasta entonces, el Bachillerato de Humanidades contemplaba la obligación de cursar dos años de griego. Ahora es una troncal optativa en 1º y 2º. «En muchos centros públicos y privados ha desaparecido, amparándose en la autonomía pedagógica de la que gozan para fijar los planes de estudios (y no impartir esa materia es ahorrar en un profesorado que requiere además una fuerte especialización) o bajo el pretexto de que no hay suficiente demanda para formar grupo, cuando en algunos casos ni siquiera se ofrece en la matrícula y los alumnos tienen que cambiar de centro para seguir su vocación. Años de fuertes recortes en la educación pública han agravado aún más el problema», critica la profesora Mariño.Marcolongo sostiene que estudiar griego imprime carácter en la forma de hablar, escribir y pensar. Que declinar (colocarle a un sustantivo o adjetivo el sufijo correspondiente a su función sintáctica) es más una cuestión existencial que lingüística. «En cierto modo, ir al Liceo Clásico es como ser el protagonista (sin saberlo) de las tragedias y comedias griegas: en ellas se guarda el sentido primitivo y feroz del hecho de estar en el mundo», afirma.Seguramente el paseo lunar de Neil Armstrong no hubiera sido posible si en la NASA alguien no hubiera leído -o traducido- el mito de Ícaro.
Matices del griego antiguo que se han perdido
Alejandro Magno logró que la koiné (la lengua común del helenismo) se hablase en el imperio que forjó desde Atenas a la India. Por el camino, sin embargo, el griego antiguo fue empobreciéndose.
Número dual: existía al margen del singular y el plural. Se utilizaba con una entidad doble que viene dada por la naturaleza (los ojos, las manos) o de forma circunstancial (los amantes).
Género neutro: existía al margen del masculino y el femenino. Se utilizaba para expresar conceptos abstractos (el regalo, los sueños), objetos inanimados (la lanza) y el cuerpo humano.
Modo optativo desiderativo: se utilizaba para expresar voluntad o súplica. En castellano se emplea el condicional.
Tema de aoristo: correspondía a una acción puntual e irrepetible, ajena a cualquier tiempo. Por ejemplo, amo, huelo y soy feliz.

VER TAMBIEN

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sábado, 28 de octubre de 2017

Palabras de origen griego - Psicología




PSICOLOGÍA
Literalmente «estudio o tratado del alma»; del griego clásico ψυχή, transliterado psykhé, «psique», «alma», «actividad mental», y λογία, logía, «tratado» o «estudio»


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Reina Sofía de Grecia

POST EN EDICION

Σοφία

VER

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Filósofos Griegos

Los mas importantes:

  
Sócrates

Platón

Aristóteles


Sócrates (Σωκράτης) (470-AC.- 399 AC.)​ (Ver)

Fue maestro de Platón (Πλάτων) (427-347 AC (Ver)
Platón a su vez fue maestro de Aristóteles (Ἀριστοτέλης) (384 - 322 AC) (Ver)

Estos tres son los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia.


Fuente de las fotos de las esculturas: Wikipedia
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Otros por orden alfabético:
(Listado en edición)


Critón (Ver)

Epicuro (Ver)


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Critón (obra de Platón)

Critón (Κρίτων)
Por Platón 

Fecha 360 AC


Personas del diálogo: Sócrates y Critón




(Sócrates)

Sócrates (Σωκράτης) Atenas, 470-AC.- 399 AC.)​ fue un filósofo clásico griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia.

Critón: Filósofo. Era amigo y discípulo de Sócrates, Sus hijos también eran seguidores de Sócrates. Uno de ellos, Critóbulo, estuvo presente en el juicio (Apología). Critón era también un hombre de mucho dinero quien lo demostró al ofrecer su asistencia económica para disposición de Sócrates, tanto en el juicio como en la posible fuga

Escena: La Prisión de Sócrates poco antes de su ejecución.

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Critón es un diálogo breve de la primera época de Platón, cuyo contenido es muy próximo a la Apología. Narra un encuentro entre Critón y Sócrates en la prisión. Trata temas como la "opinión de la mayoría", "la Justicia" y "Las Leyes".

Introducción
En el diálogo Sócrates se encuentra en su celda esperando por su ejecución. Critón va a visitarlo con la intención de ofrecerle una fuga que le permita salvar su vida y escapar de Atenas. Esto producirá un diálogo en el que Sócrates busque analizar si fugarse será una acción justa o no. Se trata de una decisión de vida o muerte. La sentencia dictada en el juicio(narrado en la Apología) demanda la ejecución. Es un diálogo que se diferencia de todos los demás, en cuanto no busca una definición general de un concepto ni de rechazar un razonamiento. Su fin es tomar una decisión definitiva, la cual es conclusión y justificación de la personalidad de Sócrates. Entre diversos argumentos dados entre los personajes el más grave será el dado a través de la prosopopeya de las Leyes (nómoi), que terminará por dar la palabra final para dejar claro lo que Sócrates debe hacer para permanecer justo.

La obra
El Critón narra el diálogo cara a cara de dos personas, de las cuales ninguna era Platón. Por lo tanto este pudo haberse informado de este suceso por Critón. Se puede pensar que Platón se ha aprovechado del carácter privado de la conversación para darle perfección a la obra, con fidelidad al pensamiento de su Maestro Sócrates. Se trata de una obra que deja claro los firmes principios de la vida de Sócrates. En la que Sócrates, enfrentado a la muerte, hace profesión de la fe que tenía en sus principios.

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Sócrates--¿Cómo vienes tan temprano, Critón? ¿No es aún muy de madrugada?
Critón--Es cierto.
Sócrates--¿Qué hora puede ser?
Critón--Acaba de romper el día.
Sócrates--Extraño que el alcaide te haya dejado entrar.
Critón--Es hombre con quien llevo alguna relación; me ha visto aquí muchas veces, y me debe algunas atenciones.
Sócrates--¿Acabas de llegar, o hace tiempo que has venido?
Critón--Ya hace algún tiempo.
Sócrates--¿Por qué has estado sentado cerca de mí sin decirme nada, en lugar de despertarme en el acto que llegaste?

Critón--¡Por Júpiter! Sócrates, ya me hubiera guardado de hacerlo. Yo, en tu lugar, temería que me despertaran, porque sería despertar el sentimiento de mi infortunio. En el largo rato que estoy aquí, me he admirado verte dormir con un sueño tan tranquilo, y no he querido despertarte, con intención, para que gozaras de tan bellos momentos. En verdad, 

Sócrates, desde que te conozco he estado encantado de tu carácter, pero jamás tanto como en la presente desgracia, que soportas con tanta dulzura y tranquilidad.

Sócrates--Sería cosa poco racional, Critón, que un hombre, a mi edad, temiese la muerte.
Critón--¡Ah¡ ¡cuántos se ven todos los días del mismo tiempo que tú y en igual desgracia, a quienes la edad no impide lamentarse de su suerte!

Sócrates--Es cierto, pero en fin, ¿por qué has venido tan temprano?
Critón--Para darte cuenta de una nueva terrible, que, por poca influencia que sobre ti tenga, yo la temo; porque llenará de dolor a tus parientes, a tus amigos; es la nueva más triste y más aflictiva para mí.

Sócrates--¿Cuál es? ¿Ha llegado de Delos el buque cuya vuelta ha de marcar el momento de mi muerte?
Critón--No, pero llegará sin duda hoy, según lo que refieren los que vienen de Sunio{1}, donde le han dejado; y siendo así, no puede menos de llegar hoy aquí, y mañana, Sócrates, tendrás que dejar de existir.
Sócrates--Enhorabuena, Critón, sea así, puesto que tal es la voluntad de los dioses. Sin embargo no creo que llegue hoy el buque. 
Critón--¿De dónde sacas esa conjetura?
Sócrates--Voy a decírtelo: yo no debo morir hasta el día siguiente de la vuelta de ese buque.
Critón--Por lo menos es eso lo que dicen aquellos de quienes depende la ejecución.
Sócrates--El buque no llegará hoy, sino mañana, como lo deduzco de un sueño que he tenido esta noche, no hace un momento; y es una fortuna, a mi parecer, que no me hayas despertado.
Critón--¿Cuál es ese sueño?
Sócrates--Me ha parecido ver cerca de mí una mujer hermosa y bien formada, vestida de blanco, que me llamaba y me decía: Sócrates: Dentro de tres días estarás en la fértil Phtia.
Critón--¡Extraño sueño, Sócrates!
Sócrates--Es muy significativo, Critón.

Critón--Demasiado sin duda, pero por esta vez, Sócrates, sigue mis consejos, sálvate. Porque en cuanto a mí si mueres, además de verme privado para siempre de ti, de un amigo de cuya pérdida nadie podrá consolarme, témome que muchas gentes, que no nos conocen bien ni a ti ni a mí, crean que pudiendo salvarte a costa de mis bienes de fortuna, te he abandonado. ¿Y hay cosa más indigna que adquirir la reputación de querer más su dinero que sus amigos? Porque el pueblo jamás podrá persuadirse de que eres tú el que no has querido salir de aquí cuando yo te he estrechado a hacerlo.

Sócrates--Pero, mi querido Critón, ¿debemos hacer tanto aprecio de la opinión del pueblo? ¿No basta que las personas más racionales, las únicas que debemos tener en cuenta, sepan de qué manera han pasado las cosas?

Critón--Yo veo sin embargo que es muy necesario no despreciar la opinión del pueblo, y tu ejemplo nos hace ver claramente que es muy capaz de ocasionar desde los más pequeños hasta los más grandes males a los que una vez han caído en su desgracia.

Sócrates--Ojalá, Critón, el pueblo fuese capaz de cometer los mayores males, porque de esta manera sería también capaz de hacer los más grandes bienes. Esto sería una gran fortuna, pero no puede ni lo uno ni lo otro; porque no depende de él hacer a los hombres sabios o insensatos. El pueblo juzga y obra a la aventura.

Critón--Lo creo; pero respóndeme, Sócrates. ¿El no querer fugarte nace del temor que puedas tener de que no falte un delator que me denuncie a mí y a tus demás amigos, acusándonos de haberte sustraído, y que por este hecho nos veamos obligados a abandonar nuestros bienes o pagar crecidas multas o sufrir penas mayores? Si éste es el temor, Sócrates, destiérrale de tu alma. ¿No es justo que por salvarte nos expongamos a todos estos peligros y aún mayores, si es necesario? Repito, mi querido Sócrates, no resistas; toma el partido que te aconsejo.

Sócrates--Es cierto. Critón, tengo esos temores y aun muchos más.

Critón--Tranquilízate, pues, porque en primer lugar la suma, que se pide por sacarte de aquí, no es de gran consideración. Por otra parte, sabes la situación mísera que rodea a los que podrían acusarnos y el poco sacrificio que habría de hacerse para cerrarles la boca; y mis bienes, que son tuyos, son harto suficientes. Si tienes alguna dificultad en aceptar mi ofrecimiento, hay aquí un buen número de extranjeros dispuestos a suministrar lo necesario; sólo Sunmias de Tébas ha presentado la suma suficiente; Cebes está en posición de hacer lo mismo y aún hay muchos más.
Tales temores, por consiguiente, no deben ahogar en ti el deseo de salvarte, y en cuanto a lo que decías uno de estos días delante de los jueces, de que si hubieras salido desterrado, no hubieras sabido dónde fijar tu residencia, esta idea no debe detenerte. A cualquier parte del mundo a donde tú vayas, serás siempre querido. Si quieres ir a Thesalia, tengo allí amigos que te obsequiarán como tú mereces, y que te pondrán a cubierto de toda molestia. Además, Sócrates, cometes una acción injusta entregándote tú mismo, cuando puedes salvarte, y trabajando en que se realice en ti lo que tus enemigos más desean en su ardor por perderte. Faltas también a tus hijos, porque los abandonas, cuando hay un medio de que puedas alimentarlos y educarlos. ¡Qué horrible suerte espera a estos infelices huérfanos! Es preciso o no tener hijos o exponerse a todos los cuidados y penalidades que exige su educación. Me parece en verdad, que has tomado el partido del más indolente de los hombres, cuando deberías tomar el de un hombre de corazón; tú, sobre todo, que haces profesión de no haber seguido en toda tu vida otro camino que el de la virtud. Te confieso, Sócrates, que me da vergüenza por ti y por nosotros tus amigos, que se crea que todo lo que está sucediendo se ha debido a nuestra cobardía. Se nos acriminará, en primer lugar, por tu comparecencia ante el tribunal, cuando pudo evitarse; luego por el curso de tu proceso; y en fin, como término de este lastimoso drama, por haberte abandonado por temor o por cobardía, puesto que no te hemos salvado; y se dirá también, que tú mismo no te has salvado por culpa nuestra, cuando podías hacerlo con sólo que nosotros te hubiéramos prestado un pequeño auxilio. Piénsalo bien, mi querido Sócrates; con la desgracia que te va a suceder tendrás también una parte en el baldón que va a caer sobre todos nosotros. Consúltate a ti mismo, pero ya no es tiempo de consultas; es preciso tomar un partido, y no hay que escoger; es preciso aprovechar la noche próxima. Todos mis planes se desgracian, si aguardamos un momento más. Créeme, Sócrates, y haz lo que te digo.

Sócrates--Mi querido Critón, tu solicitud es muy laudable, si es que concuerda con la justicia; pero por lo contrario, si se aleja de ella, cuanto más grande es, se hace más reprensible. Es preciso examinar, ante todo, si deberemos hacer lo que tú dices o si no deberemos; porque no es de ahora, ya lo sabes, la costumbre que tengo de sólo ceder por razones que me parezcan justas, después de haberlas examinado detenidamente. Aunque la fortuna me sea adversa, no puedo abandonar las máximas de que siempre he hecho profesión; ellas me parecen siempre las mismas, y como las mismas las estimo igualmente. Si no me das razones más fuertes, debes persuadirte de que yo no cederé, aunque todo el poder del pueblo se armase contra mí, y para aterrarme como a un niño, me amenazase con sufrimientos más duros que los que me rodean, cadenas, la miseria, la muerte. Paro ¿cómo se verifica este examen de una manera conveniente? Recordando nuestras antiguas conversaciones, a saber: de si ha habido razón para decir que hay ciertas opiniones que debemos respetar y otras que debemos despreciar. ¿O es que esto se pudo decir antes de ser yo condenado a muerte, y ahora de repente hemos descubierto, que si se dijo entonces, fue como una conversación al aire, no siendo en el fondo más que una necedad o un juego de niños? Deseo, pues, examinar aquí contigo en mi nueva situación, si este principio me parece distinto o si le encuentro siempre el mismo, para abandonarle o seguirle.
Es cierto, si yo no me engaño, que aquí hemos dicho muchas veces, y creíamos hablar con formalidad, que entre las opiniones de los hombres las hay que son dignas de la más alta estimación y otras que no merecen ninguna. Critón, en nombre de los dioses, ¿te parece esto bien dicho? Porque, según todas las apariencias humanas, tú no estás en peligro de morir mañana, y el temor de un peligro presente no te hará variar en tus juicios; piénsalo, pues, bien. ¿No encuentras que con razón hemos sentado, que no es preciso estimar todas las opiniones de los hombres sino tan sólo algunas, y no de todos los hombres indistintamente, sino tan sólo de algunos? ¿Qué dices a esto? ¿No te parece verdadero?

Critón--Mucho.
Sócrates--¿En este concepto, no es preciso estimar sólo las opiniones buenas y desechar las malas?
Critón--Sin duda.
Sócrates--¿Las opiniones buenas no son las de los sabios, y las malas las de los necios?
Critón--No puede ser de otra manera.
Sócrates--Vamos a sentar nuestro principio. ¿Un hombre que se ejercita en la gimnasia podrá ser alabado o reprendido por un cualquiera que llegue, o sólo por el que sea médico o maestro de gimnasia?
Critón--Por este sólo sin duda.
Sócrates--¿Debe temer la reprensión y estimar las alabanzas de éste sólo y despreciar lo que le digan los demás?
Critón--Sin duda.
Sócrates--Por esta razón ¿debe ejercitarse, comer, beber, según le prescriba este maestro y no dejarse dirigir por el capricho de todos los demás?
Critón--Eso es incontestable.
Sócrates--He aquí sentado el principio. ¿Pero si desobedeciendo a este maestro y despreciando sus atenciones y alabanzas, se deja seducir por las caricias y alabanzas del pueblo y de los ignorantes, no le resultará mal?
Critón--¿Cómo no le ha de resultar?
Sócrates--¿Pero este mal de qué naturaleza será? ¿a qué conducirá? ¿y qué parte de este hombre afectará?
Critón--A su cuerpo, sin duda, que infaliblemente arruinará.

Sócrates--Muy bien, he aquí sentado este principio; ¿pero no sucede lo mismo en todas las demás cosas? Porque sobre lo justo y lo injusto, lo honesto y lo inhonesto, lo bueno y lo malo, que eran en este momento la materia de nuestra discusión, ¿nos atendremos más bien a la opinión del pueblo que a la de un solo hombre, si se encuentra uno muy experto y muy hábil, por el que sólo debamos tener más respeto y más deferencia que por el resto de los hombres? ¿Y si no nos conformamos al juicio de este único hombre, no es cierto que arruinaremos enteramente lo que no vive ni adquiere nuevas fuerzas en nosotros sino por la justicia, y que no perece sino por la injusticia? ¿O es preciso creer que todo eso es una farsa?
Critón--Soy de tu dictamen, Sócrates.

Sócrates--Estame atento, yo te lo suplico; si adoptando la opinión de los ignorantes, destruimos en nosotros lo que sólo se conserva por un régimen sano y se corrompe por un mal régimen, ¿podremos vivir con esta parte de nosotros mismos así corrompida? Ahora tratamos sólo de nuestro cuerpo; ¿no es verdad?

Critón--De nuestro cuerpo sin duda.
Sócrates--¿Y se puede vivir con un cuerpo destruido o corrompido?
Critón--No, seguramente.

Sócrates--¿Y podremos vivir después de corrompida esta otra parte de nosotros mismos, que no tiene salud en nosotros, sino por la justicia, y que la injusticia destruye? ¿O creemos menos noble que el cuerpo esta parte, cualquiera que ella sea, donde residen la justicia y la injusticia?

Critón--Nada de eso.
Sócrates--¿No es más preciosa?
Critón--Mucho más.

Sócrates--Nosotros, mi querido Critón, no debemos curarnos de lo que diga el pueblo, sino sólo de lo que dirá aquel que conoce lo justo y lo injusto, y este juez único es la verdad. Ves por esto, que sentaste malos principios, cuando dijiste al principio que debíamos hacer caso de la opinión del pueblo sobre lo justo, lo bueno, lo honesto y sus contrarias. Quizá me dirás: pero el pueblo tiene el poder de hacernos morir.

Critón--Seguramente que se dirá.

Sócrates--Así es, pero, mi querido Critón, esto no podrá variar la naturaleza de lo que acabamos de decir. Y si no respóndeme: ¿no es un principio sentado, que el hombre no debe desear tanto el vivir como el vivir bien?

Critón--Estoy de acuerdo.
Sócrates--¿No admites igualmente, que vivir bien no es otra cosa que vivir como lo reclaman la probidad y la justicia?
Critón--Sí.

Sócrates--Conforme a lo que acabas de concederme, es preciso examinar ante todo, si hay justicia o injusticia en salir de aquí sin el permiso de los atenienses; porque si esto es justo, es preciso ensayarlo; y si es injusto es preciso abandonar el proyecto. Porque con respecto a todas esas consideraciones, que me has alegado, de dinero, de reputación, de familia ¿qué otra cosa son que consideraciones de ese vil populacho, que hace morir sin razón, y que sin razón quisiera después hacer revivir, si le fuera posible? Pero respecto a nosotros, conforme a nuestro principio, todo lo que tenemos que considerar es, si haremos una cosa justa dando dinero y contrayendo obligaciones con los que nos han de sacar de aquí, o bien si ellos y nosotros no cometeremos en esto injusticia; porque si la cometemos, no hay más que razonar; es preciso morir aquí o sufrir cuantos males vengan antes que obrar injustamente.

Critón--Tienes razón, Sócrates, veamos cómo hemos de obrar.

Sócrates--Veámoslo juntos, amigo mío; y si tienes alguna objeción que hacerme cuando yo hable, házmela, para ver si puedo someterme, y en otro caso cesa, te lo suplico, de estrecharme a salir de aquí contra la voluntad de los atenienses. Yo quedaría complacidísimo de que me persuadieras a hacerlo, pero yo necesito convicciones. Mira pues, si te satisface la manera con que voy a comenzar este examen, y procura responder a mis preguntas lo más sinceramente que te sea posible.

Critón--Lo haré.
Sócrates--¿Es cierto que jamás se pueden cometer injusticias? ¿O es permitido cometerlas en unas ocasiones y en otras no. ¿O bien, es absolutamente cierto que la injusticia jamás es permitida, como muchas veces hemos convenido y ahora mismo acabamos de convenir? ¿Y todos estos juicios, con los que estamos de acuerdo, se han desvanecido en tan pocos días? ¿Sería posible, Critón, que, en nuestros años, las conversaciones más serias se hayan hecho semejantes a las de los niños, sin que nos hayamos apercibido de ello? ¿O más bien es preciso atenernos estrictamente a lo que hemos dicho: que toda injusticia es vergonzosa y funesta al que la comete, digan lo que quieran los hombres, y sea bien o sea mal el que resulte?

Critón--Estamos conformes.
Sócrates--¿Es preciso no cometer injusticia de ninguna manera?
Critón--Sí, sin duda.
Sócrates--¿Entonces es preciso no hacer injusticia a los mismos que nos la hacen, aunque el vulgo crea que esto es permitido, puesto que convienes en que en ningún caso puede tener lugar la injusticia?
Critón--Así me lo parece.
Sócrates--¡Pero qué! ¿es permitido hacer mal a alguno o no lo es?
Critón--No, sin duda, Sócrates.
Sócrates--¿Pero es justo volver el mal por el mal, como lo quiere el pueblo, o es injusto?
Critón--Muy injusto.
Sócrates--¿Es cierto que no hay diferencia entre hacer el mal y ser injusto?
Critón--Lo confieso.

Sócrates--Es preciso, por consiguiente, no hacer jamás injusticia, ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido el que hayamos recibido. Pero ten presente, Critón, que confesando esto, acaso hables contra tu propio juicio, porque sé muy bien que hay pocas personas que lo admitan, y siempre sucederá lo mismo. Desde el momento en que están discordes sobre este punto, es imposible entenderse sobre lo demás, y la diferencia de opiniones conduce necesariamente a un desprecio recíproco. Reflexiona bien, y mira, si realmente estás de acuerdo conmigo, y si podemos discutir, partiendo de este principio: que en ninguna circunstancia es permitido ser injusto, ni volver injusticia por injusticia, mal por mal; o si piensas de otra manera, provoca como de nuevo la discusión. Con respecto a mí, pienso hoy como pensaba en otro tiempo. Si tú has mudado de parecer, dilo, y exponme los motivos; pero si permaneces fiel a tus primeras opiniones, escucha lo que te voy a decir.
Critón--Permanezco fiel y pienso como tú; habla, ya te escucho.

Sócrates--Prosigo pues, o más bien te pregunto: ¿un hombre que ha prometido una cosa justa, debe cumplirla o faltar a ella?
Critón--Debe cumplirla.
Sócrates--Conforme a esto, considera, si saliendo de aquí sin el consentimiento de los atenienses haremos mal a alguno y a los mismos que no lo merecen. ¿Respetaremos o eludiremos el justo compromiso que hemos contraído?

Critón--No puedo responder a lo que me preguntas, Sócrates, porque no te entiendo.
Sócrates--Veamos si de esta manera lo entiendes mejor. En el momento de la huida, o si te agrada más, de nuestra salida, si la ley y la república misma se presentasen delante de nosotros y nos dijesen: Sócrates, ¿qué vas a hacer? ¿la acción que preparas no tiende a trastornar, en cuanto de ti depende, a nosotros y al Estado entero? Porque ¿qué Estado puede subsistir, si los fallos dados no tienen ninguna fuerza y son eludidos por los particulares? ¿Qué podríamos responder, Critón, a este cargo y otros semejantes que se nos podían dirigir? Porque ¿qué no diría, especialmente un orador, sobre esta infracción de la ley, que ordena que los fallos dados sean cumplidos y ejecutados? ¿Responderemos nosotros, que la Republica nos ha hecho injusticia y que no ha juzgado bien? ¿Es esto lo que responderíamos?

Critón--Sí, sin duda, se lo diríamos.
Sócrates--«¡Qué! dirá la ley ateniense, Sócrates, ¿no habíamos convenido en que tú te someterías al juicio de la república?» Y si nos manifestáramos como sorprendidos de este lenguaje, ella nos diría quizá: «no te sorprendas, Sócrates, y respóndeme, puesto que tienes costumbre de proceder por preguntas y respuestas. Dime, pues, ¿qué motivo de queja tienes tú contra la república y contra mí cuando tantos esfuerzos haces para destruirme? ¿No soy yo a la que debes la vida? ¿No tomó bajo mis auspicios tu padre por esposa a la que te ha dado a luz? ¿Qué encuentras de reprensible en estas leyes que hemos establecido sobre el matrimonio?» Yo la responderé sin dudar: nada. «¿Y las que miran al sostenimiento y educación de los hijos, a cuya sombra tú has sido educado, no te parecen justas en el hecho de haber ordenado a tu padre que te educara en todos los ejercicios del espíritu y del cuerpo?» Exactamente, diría yo. «Y siendo esto así, puesto que has nacido y has sido mantenido y educado gracias a mí, ¿te atreverás a sostener que no eres hijo y servidor nuestro lo mismo que tus padres? Y sí así es, ¿piensas tener derechos iguales a la ley misma, y que te sea permitido devolver sufrimientos por sufrimientos, por los que yo pudiera hacerte pasar? ¿Este derecho, que jamás podrían tener contra un padre o contra una madre, de devolver mal por mal, injuria por injuria, golpe por golpe, ¿crees tú tenerlo contra tu patria y contra la ley? Y si tratáramos de perderte, creyendo que era justo, ¿querrías adelantarte y perder las leyes y tu patria? ¿Llamarías esto justicia, tú que haces profesión de no separarte del camino de la virtud? ¿Tu sabiduría te impide ignorar que la patria es digna de más respeto y más veneración delante de los dioses y de los hombres, que un padre, una madre y que todos los parientes juntos? Es preciso respetar la patria en su cólera, tener con ella la sumisión y miramientos que se tienen a un padre, atraerla por la persuasión u obedecer sus órdenes, sufrir sin murmurar todo lo que quiera que se sufra, aun cuando sea verse azotado o cargado de cadenas, y que si nos envía a la guerra para ser allí heridos o muertos, es preciso marchar allá; porque allí está el deber, y no es permitido ni retroceder, ni echar pie atrás, ni abandonar el puesto; y que lo mismo en los campos de batalla, que ante los tribunales, que en todas las situaciones, es preciso obedecer lo que quiere la república, o emplear para con ella los medios de persuasión que la ley concede; y, en fin, que si es una impiedad hacer violencia a un padre o a una madre, es mucho mayor hacerla a la patria?». ¿Qué responderemos a esto, Critón? ¿Reconoceremos que la ley dice verdad?
Critón--Así me parece.

Sócrates--«Ya ves, Sócrates, continuaría la ley, que si tengo razón, eso que intentas contra mí es injusto. Yo te he hecho nacer, te he alimentado, te he educado; en fin, te he hecho, como a los demás ciudadanos, todo el bien de que he sido capaz. Sin embargo, no me canso de decir públicamente que es permitido a cada uno en particular, después de haber examinado las leyes y las costumbres de la república, si no está satisfecho, retirarse a donde guste con todos sus bienes; y si hay alguno que no pudiendo acomodarse a nuestros usos, quiere irse a una colonia o a cualquiera otro punto, no hay uno entre vosotros que se oponga a ello y puede libremente marcharse a donde le acomode. Pero también los que permanecen, después de haber considerado detenidamente de qué manera ejercemos la justicia y qué policía hacemos observar en la república, yo les digo que están obligados a hacer todo lo que les mandemos, y si desobedecen, yo los declaro injustos por tres infracciones: porque no obedecen a quien les ha hecho nacer; porque, desprecian a quien los ha alimentado; porque, estando obligados a obedecerme, violan la fe jurada, y no se toman el trabajo de convencerme si se les obliga a alguna cosa injusta; y bien que no haga más que proponer sencillamente las cosas sin usar de violencia para hacerme obedecer, y que les dé la elección entre obedecer o convencernos de injusticia, ellos no hacen ni lo uno ni lo otro. He aquí, Sócrates, la acusación de que te harás acreedor si ejecutas tu designio, y tú serás mucho más culpable que cualquiera otro ciudadano.» Y si yo le pidiese la razón, la ley me cerraría sin duda la boca diciéndome, que yo estoy más que todos los demás ciudadanos sometido a todas estas condiciones. «Yo tengo, me diría, grandes pruebas de que la ley y la república han sido de tu agrado, porque no hubieras permanecido en la ciudad como los demás atenienses, si la estancia en ella no te hubiera sido más satisfactoria que en todas las demás ciudades. Jamás ha habido espectáculo que te haya obligado a salir de esta ciudad, salvo una vez cuando fuiste a Corinto para ver los juegos{2}; jamás has salido que no sea a expediciones militares; jamás emprendiste viajes, como es costumbre entre los ciudadanos; jamás has tenido la curiosidad de visitar otras ciudades, ni de conocer otras leyes; tan apasionado has sido por esta ciudad, y tan decidido a vivir según nuestras máximas, que aquí has tenido hijos, testimonio patente de que vivías complacido en ella. En fin, durante tu proceso podías condenarte a destierro, si hubieras querido, y hacer entonces, con asentimiento de la república, lo que intentas hacer ahora a pesar suyo. Tú que te alababas de ver venir la muerte con indiferencia, y que pretendías preferirla al destierro, ahora, sin miramiento a estas magníficas palabras, sin respeto a las leyes, puesto que quieres abatirlas, haces lo que haría el más vil esclavo, tratando de salvarte contra las condiciones del tratado que te obliga a vivir según nuestras reglas. Respóndenos, pues, como buen ciudadano; ¿no decimos la verdad, cuando sostenemos que tú estás sometido a este tratado, no con palabras, sino de hecho y a todas sus condiciones?». ¿Qué diríamos a esto? ¿Y qué partido podríamos tomar más que confesarlo?
Critón--Sería preciso hacerlo, Sócrates.

Sócrates--La ley continuaría diciendo: «¿Y qué adelantarías, Sócrates, con violar este tratado y todas sus condiciones? No has contraído esta obligación ni por la fuerza, ni por la sorpresa, ni tampoco te ha faltado tiempo para pensarlo. Setenta años han pasado, durante los cuales has podido retirarte, si no estabas satisfecho de mí, y si las condiciones que te proponía no te parecían justas. Tú no has preferido ni a Lacedemonia, ni a Creta, cuyas leyes han sido constantemente un objeto de alabanza en tu boca, ni tampoco has dado esta preferencia a ninguna de las otras ciudades de Grecia o de los países extranjeros. Tú, como los cojos, los ciegos y todos los estropeados, jamás has salido de la ciudad, lo que es una prueba invencible de que te ha complacido vivir en ella más que a ningún otro ateniense; y bajo nuestra influencia, por consiguiente, porque sin leyes ¿qué ciudad puede ser aceptable? ¡Y ahora te rebelas y no quieres ser fiel a este pacto! Pero si me crees, Sócrates, tú le respetarás, y no te expondrán a la risa pública, saliendo de Atenas; porque reflexiona un poco, te lo suplico. ¿Qué bien resultará a ti y a tus amigos, si persistís en la idea de traspasar mis órdenes? Tus amigos quedarán infaliblemente expuestos al peligro de ser desterrados de su patria o de perder sus bienes, y respecto a ti, si te retiras a alguna ciudad vecina, a Tebas o Megara, como son ciudades muy bien gobernadas, serás mirado allí como un enemigo; porque todos los que tienen amor por su patria te mirarán con desconfianza como un corruptor de las leyes. Les confirmarás igualmente en la justicia del fallo que recayó contra ti, porque todo corruptor de las leyes pasará fácilmente y siempre por corruptor de la juventud y del pueblo ignorante. ¿Evitarás todo roce en esas ciudades cultas y en esas sociedades compuestas de hombres justos? Pero entonces, ¿qué placer puedes tener en vivir? ¿O tendrás valor para aproximarte a ellos, y decirles, como haces aquí, que la virtud, la justicia, las leyes y las costumbres deben estar por cima de todo y ser objeto del culto y de la veneración de los hombres? ¿Y no conoces que esto sería altamente vergonzoso? No puedes negarlo, Sócrates. Tendrías necesidad de salir inmediatamente de esas ciudades cultas, e irías a Tesalia a casa de los amigos de Critón, a Tesalia donde reina más el libertinaje que el orden{3}, y en donde te oirían sin duda con singular placer referir el disfraz con que habías salido de la prisión, vestido de harapos o cubierto con una piel, o, en fin, disfrazado de cualquier manera como acostumbran a hacer todos los fugitivos. ¿Pero no se encontrará uno que diga: he aquí un anciano, que no pudiendo ya alargar su existencia naturalmente, tan ciego está por el ansia de vivir, que no ha dudado, por conservar la vida, echar por tierra las leyes más santas? Quizá no lo oirás, si no ofendes a nadie; pero al menor motivo de queja te dirían estas y otras mil cosas indignas de ti; vivirás esclavo y víctima de todos los demás hombres, porque ¿qué remedio te queda? Estarás en Tesalia entregado a perpetuos festines, como si sólo te hubiera atraído allí un generoso hospedaje. Pero entonces ¿a dónde han ido a parar tus magníficos discursos sobre la justicia y sobre la virtud? ¿Quieres de esta manera conservarte quizá para dar sustento y educación a tus hijos? ¡Qué! ¿será en Tesalia donde los has de educar? ¿Creerás hacerles un bien convirtiéndolos en extranjeros y alejándolos de su patria? ¿O bien no quieres llevarlos contigo, y crees que, ausente tú de Atenas, serán mejor educados viviendo tú? Sin duda tus amigos tendrán cuidado de ellos. Pero este cuidado que tus amigos tomarán en tu ausencia, ¿no lo tomarán igualmente después de tu muerte? Persuádete de que los que se dicen tus amigos te prestarán los mismos servicios, si es cierto que puedes contar con ellos. En fin, Sócrates, ríndete a mis razones, sigue los consejos de la que te ha dado el sustento, y no te fijes ni en tus hijos, ni en tu vida, ni en ninguna otra cosa, sea la que sea, más que en la justicia, y cuando vayas al infierno, tendrás con qué defenderte delante de los jueces. Porque desengáñate, si haces lo que has resuelto, si faltas a las leyes, no harás tu causa ni la de ninguno de los tuyos ni mejor, ni más justa, ni más santa, sea durante tu vida, sea después de tu muerte. Pero si mueres, morirás víctima de la injusticia, no de las leyes, sino de los hombres; en lugar de que si sales de aquí vergonzosamente, volviendo injusticia por injusticia, mal por mal, faltarás al pacto que te liga a mí, dañarás a una porción de gentes que no debían esperar esto de ti; te dañarás a ti mismo, a mí, a tus amigos, a tu patria. Yo seré tu enemigo mientras vivas, y cuando hayas muerto, nuestras hermanas las leyes que rigen en los infiernos no te recibirán indudablemente con mucho favor, sabiendo que has hecho todos los esfuerzos posibles para arruinarme. No sigas, pues, los consejos de Critón y sí los míos.»
Me parece, mi querido Critón, oír estos acentos, como los inspirados por Cibeles creen oír las flautas sagradas. El sonido de estas palabras resuena en mi alma, y me hacen insensible a cualquiera otro discurso, y has de saber que, por lo menos en mi disposición presente, cuanto puedas decirme en contra será inútil. Sin embargo, si crees convencerme, habla.

Critón--Sócrates, nada tengo que decir.

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(1) El cabo Sunio sobre el que estaba construido un templo a Minerva a la parte Sudeste de Ática.
(2) Eran los juegos que cada tres años se celebraban en el istmo de Corinto en honor de Neptuno, desde que Teseo los había renovado.
(3) Tesalia era un país donde reinaban la licencia y la corrupción, así que Jenofonte observa que allí fue donde Critias se perdió.




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