"666: Un pecado de juventud de Demis Roussos y Vangelis
Autor: Carlos Rosa
Los que ya tenemos algunos años seguramente recordamos a dos músicos griegos que tuvieron su punto máximo de exposición en la década del 70. Uno, grandote, barba muy larga, vestido con llamativas túnicas o camisas que se nos antojaban como exóticas, una voz única, inconfundible, que cantaba canciones más que nada de amor. Y un nombre no menos exótico: Demis Roussos.
El otro, barbado también, cuyo rostro no aparecía en muchas fotos, autor de bandas de sonido y discos que por momentos parecían de música clásica, por momentos futurista, pero siempre con una gran calidad compositiva, de producción y sonora. Su nombre, aun más exótico: Evangelos Odisseas Papathanassiou, aunque sigue siendo conocido por su nombre artístico: Vangelis.
Ambos habían emigrado del chato panorama musical griego (y de una dictadura) en la segunda mitad de la década del 60, y en 1968, ya asentados en Francia, forman la banda Aphrodite’s Child junto a Lucas Sideras, que se hace cargo de la batería y la percusión.
La banda publica dos discos, End of the world en 1968, y It’s five o’clock en 1969, discos ambos orientados a la canción pop con algun toque de teclados del maestro Vangelis.
Con la inclusión de Anargyros “Silver” Koulouris en guitarras, la banda encara la grabación de su próximo disco, con textos escritos por Costas Ferris y con música compuesta por Vangelis. Las primeras rispideces surgen debido al neto corte progresivo y psicodélico del nuevo material, diametralmente distinto al que habían producido hasta ese momento.
El resultado es un doble álbum de características demenciales: mientras los teclados de Vangelis construyen climas únicos que se ajustan como un guante a la temática del disco, el Apocalipsis de San Juan, que tantas imágenes y predicciones terribles encierra, la voz de Demis Roussos, aunque no presente en todos los temas, aporta ese toque cuasi místico que esas canciones requieren, como por ejemplo, The four Horsemen. Les pido que por favor le presten atención a ese tema… los climas y las voces nos introducen en un lugar ominoso donde todo puede suceder. Lo de Sideras es extraordinario, y aquí es donde la guitarra de Koulouris comienza a dibujar parábolas impresionantes. En bajo, Demis Roussos (si, era bajista) forma una base muy solida. O sea, todos los elementos que conforman a una banda progresiva de un altísimo nivel.
Muchas canciones están entrelazadas y por momentos crean una especie de suite infernal en la que presenciamos el dia del juicio final. El primer disco (yo tengo la edicion alemana en CD) tiene varios temas muy cortos, como por ejemplo, Ofis, de solo 14 segundos, Tribulation, de 32 segundos, y The Battle of the locusts, de casi un minuto. Pero todavía hay lugar para otro de los grandes temas de este disco, otra vez, repleto de climas y texturas que ofrecen los teclados y las voces: Aegian Sea es un verdadero prodigio, con algunas voces ralentizadas que ya habían estado presentes en temas anteriores del disco, que discurren sobre un enorme solo de guitarra de Koulouris muy a la Floyd, que dan ganas de escuchar una y otra vez.
El disco 2 comienza con una especie de presentación, Seven trumpets, que le da paso al muy vangeliniano Altamont. The wedding of the lamb es todo misterio, atmósfera que se prolonga en The capture of the beast.
Pero aquí es donde llega otro de los puntos culminantes de todo el disco: ∞. Quizas EL tema más disruptivo, y por el cual el disco estuvo casi dos años archivado: este tema, interpretado de manera única por la extraordinaria Irene Papas, es sencillamente un orgasmo que en su versión original duraba 38 minutos, que solo pudo ser incluido en el disco con una duración de 5:15 gloriosos minutos. No, no fueron Donna Summer ni tampoco Madonna las primeras en gemir en discos.
Luego del corto Hic and Nunc, llega el extensísimo All the seats were occupied, de casi 20 minutos, que es una especie de compendio licuado de todos los temas anteriores que conforman el disco, todo sobre percusiones, guitarras y baterías progresivas, lo que da lugar al otro momento demencial del disco. Una locura sonora insana, que pone en notas musicales lo que todos sentimos que puede llegar a ser la llegada del Apocalipsis.
El pecado está consumado y listo para ser servido.
En la web hay por lo menos dos versiones del disco, que difieren levemente en su duración. Las pueden escuchar para ver si encuentran las diferencias.
Otro disco que quedo injustamente sepultado bajo la tonelada de música progresiva y sinfónica procedente del Reino Unido, Alemania, Italia y, porque no, la mismísima Francia. Y un dato extra: si prestan atención, van a encontrar algunos fragmentos sampleados de este disco en álbumes de, por ejemplo, Enigma.
Demis Roussos partio hace algunos años. Vangelis e Irene Papas nos han dejado recientemente (esta curaduria la escribí estando ambos vivos pero ya esta corregida) Sideras y Koulouris también tuvieron sus intentos solistas.
De este grupo queda una herencia pequeña pero apabullante: dos discos de pop maravilloso y este doble 666 que esta ahí, esperando, para quien lo quiera encarar. No es un disco fácil, de esos que escuchas cuando vas en el bondi. Es el fruto de la magia de un grupo de griegos que entrego su obra máxima, polémica y desafiante, en medio de una época pletórica de discos increíbles.
Quizas ese fue el mayor pecado de Aphrodite’s Child...
Nota al pie: la imagen que ilustra esta curaduria la saque de Google imagenes. Yo lo tengo en CD."
(Yo lo tengo en cassette)
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